Metafísica: reflexiones sobre su vigencia
La Metafísica fue en algún momento el corazón de la Filosofía. En la actualidad, se usa el término para divagaciones en el horizonte de la autosuperación restando el valor que alguna vez tuvo la disciplina. En las siguientes líneas, se describe porqué se llegó a esto, y cuál sería un camino para recuperar su posición dentro de la Filosofía.
Heidegger consideraba que toda pregunta es histórica, es decir,
que la Filosofía, a diferencia de las ciencias, no posee un acceso a las
preguntas que sea inmediato, y necesita que sea introducida con propiedad.
Entonces, las preguntas sobre la muerte de la Metafísica, su presencia en la
ciencia fisicalista y lo que tiene para decir hoy en día deben comenzar por una
contextualización histórica de esas preguntas. Asimismo, es indispensable
reconsiderar los fundamentos de los razonamientos que sostienen la muerte de la
Metafísica. Por último, es necesario responder brevemente a las preguntas
estableciendo además si tienen o no validez a partir de si tienen un asidero en
la realidad. Siguiendo este camino de pensamiento, se llegará concluir que la Metafísica
no ha muerto porque su valía y necesidad se mantuvieron latentes en cada paso
que el conocimiento científico daba, así como en la cotidianeidad en sí misma.
La historicidad de las preguntas corresponde en primera
instancia a las obras de Kant y Nietzsche como puntos de quiebre. Por un lado,
Kant al establecer su denominado “giro copernicano” de la Filosofía determinó
la imposibilidad de conocer “la cosa en sí”, de lo que se siguió que era inútil
profundizar en aquellos logros de la Metafísica platónica-aristotélica. La
intención de Kant estuvo en dotar a la filosofía de cientificidad, algo que
solamente podía conseguir mediante el análisis de los datos que podían
obtenerse de la relación entre la estructura de conocimiento y los fenómenos
del objeto que se presentaba. Las restricciones impuestas por Kant
influenciarían de manera significativa el resto del pensar a partir de su obra,
limitándose a la observación del fenómeno suscitado, y dejando de lado
cualquier tipo de intrusión Metafísica.
Por otro lado, Nietzsche incorpora una crítica a la racionalidad
de las explicaciones filosóficas, lo que le lleva a concluir que el valor
metafísico de la cultura moderna ya no tiene el empuje y la fuerza de otrora,
habiendo desplegado ya todas sus posibilidades. Su nihilismo y defensa de lo
irracional provocó la diversificación la realidad en “realidades” que se
justifican por sí mismas, por su entorno cultural, social y económico. Todo lo
que prosiguió es lo que conocemos hasta ahora, es decir, la muerte de los
grandes relatos en palabras de Lyotard, la torcedura del concepto de la palabra
“Metafísica” dirigido hacia el uso de elementos sobrenaturales, y la actual
volatilidad del uso del término para acomodarlo a cualquier cosa menos como una
rama de la filosofía.
En el libro “La pregunta por la cosa”, Heidegger consideraba que
los antiguos pensadores tenían consciencia sobre la necesidad de fundamentar un
hecho o, en otras palabras, el hecho solamente será tal mediante un concepto
fundamentador. No obstante, dice Heidegger, el positivismo actual se enfoca
constantemente en los hechos y no se ocupa demasiado de los conceptos
propiamente dichos. Es allí precisamente donde falla uno de los razonamientos
que sostienen la muerte de la Metafísica. Sostener un mundo solamente con hechos
presenta el problema de fiabilidad de las teorías científicas, es decir, las
explicaciones se vacían de sentido y se convierten en meros datos que no
precisamente son formadoras de una cultura o un sistema de referencias. Solo
los conceptos fundamentadores sostienen los números, datos y demás relaciones
de información.
El otro razonamiento de la muerte de la Metafísica penetra más
bien en una ambigua concepción de los herederos de Nietzsche sobre la misma
muerte de Dios, pues se entendió que la Metafísica funcionaba como un moldeador
de creencias que originaban una cultura extremamente racional y cristiana. Si
bien toda la barbarie de lo sucedido en la Edad Media y la rígida estructura de
poder económica y cultural que se ha mantenido durante la Modernidad le han
dado en parte la razón a Nietzsche, esto no quiere decir que toda Metafísica
deba mantenerse tal como la percibió Aristóteles o Platón. Esto es un
sinsentido, tal como lo sería pensar que la Física es la misma que desarrolló
el mismo Aristóteles, Galileo o Newton.
El último razonamiento considera el valor mismo de la Metafísica
actual como un conocimiento que no tiene utilidad práctica. De hecho, esta
crítica es quizás la misma que se ha venido realizando a la Filosofía en las
últimas décadas. No obstante, la realidad dice otra cosa, puesto que el valor y
actualidad de los pensamientos de Beaviour, Foucault, Derridá o Váttimo, y en
los últimos años lo que ha realizado Agamben, Zízek, Byung Chul Han, los
defensores del Nuevo Realismo, o la Filosofía Latinoamericana, entre otros, se
introducen en la reflexión de la cotidianeidad y es discutido en distintos
círculos académicos y sociales, además de mantenerse en el imaginario colectivo
a través de la crítica constante a los problemas de lo contemporáneo. Todos
ellos hacen uso de la Metafísica en sus reflexiones. Su utilidad está por demás
justificada al tener este alto grado de influencia en el reflexionar de la
humanidad.
La Metafísica, por ende, no se encuentra solamente inmersa en la
ciencia como tal, sino fuera de ella, al entender un conocimiento que, si bien
podría llegar a tener asidero en los elementos y descubrimientos científicos,
puede crear teorías e hipótesis que fundamenten los fenómenos observados. El
fisicalismo científico no es diferente al materialismo en ese sentido, puesto que
necesita reconocer la existencia de los objetos físicos para poderlos estudiar,
es decir, necesita preconcebir aquel objeto con un fundamento determinado para
poderlo analizar. Ni hablar de todo lo referente a elementos imaginarios o
conceptos como la verdad, puesto que, como lo afirma Markus Gabriel en su obra
“El mundo no existe”, “resulta absolutamente poco claro cómo alguien puede
imaginar un concepto materialista de la verdad, pues la verdad misma no es una
partícula elemental ni está constituida por partículas elementales".
Por último, y respondiendo a la pregunta sobre lo que tiene que
decir la Metafísica en la actualidad, es menester afirmar que un paso al frente
ha sido el despojarse de las “gafas kantianas” o del “constructivismo” kantiano
forjado a través de los años y que limitó a la Metafísica durante varias
décadas. Otro importante desarrollo ha estado en el separarse de aquellas obras
de auto-superación para lo que ha tenido un importante despliegue el análisis
de la positividad en la obra “La Sociedad del Cansancio” de Byung Chul Han,
criticando y, de paso, separando el fundamento de aquellas obras. Con estos dos
elementos de potencia, la metafísica necesita volver a sus preguntas
fundamentales y considerar un grupo alternativo de preguntas que le permitan
evolucionar acorde a las necesidades de conocimiento de la actualidad. ¿Es el
tiempo el mismo que imaginábamos antes? Luego de tener en mente los
descubrimientos de nuevos mundos, ¿el espacio y la existencia mantienen las
mismas relaciones, propiedades y causalidades? ¿Cómo concebimos la realidad relacionándola
con la virtualidad? Las preguntas en sí mismas pueden resultar inaprehensibles
a simple vista, pero los discernimientos tienen consecuencias para la
concepción de la realidad misma, y este es el aporte esencial de la Metafísica
para una contemporaneidad que poco o nada hace para detenerse a pensar la
realidad en que vive más allá de los hechos que percibe.
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