MENOS TEXTO MÁS CONTEXTO
Por Jorge Luis Sisalima
Que la educación vaya
más allá de la teoría es algo que los docentes en algún momento de nuestro quehacer
educativo nos hemos planteado más de una vez, por lo que se ha tratado de abordar
esta temática desde diferentes enfoques y metodologías pedagógicas. Pero a
pesar de tener este anhelo educativo, vale la pena reflexionar en relación a la
siguiente interrogante ¿Por qué dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje
continuamos fascinados por el contenido teórico? Posiblemente sucedió que hemos
renunciado a optar por brindar una formación integral comprometida con todo
aquello que ocurre en la sociedad, de tal manera que se pueda trascender lo
abstracto y lo teórico, y con ello, hacer una verdadera formación que contribuya
a obtener un aprendizaje significativo y eficaz en relación a todo lo que le
rodea al estudiante.
Desde esta
perspectiva, la sociedad, lo social o si se quiere decir, las problemáticas de
la dinámica social, se han vuelto ajenas al proceso de enseñanza y aprendizaje,
esto significa entonces que, estamos generando un aprendizaje que va desde lo
teórico hacia lo teórico, sin tomar en cuenta a la sociedad y su dinámica. En
definitiva, el hecho educativo parte desde la abstracción teórica para volver
sobre sí mismo, como si fuera una especie de boomerang que no penetra lo exterior -la sociedad- a las aulas sino solo se acerca mirando de lejos y vuelve hacia lo teórico. De este modo, se invisibiliza las
problemáticas sociales que se generan fuera y la educación genera una formación
teórica carente de una verdadera vinculación social.
En este sentido,
la educación requiere necesariamente que se apliquen de manera efectiva
aquellas teorías y metodologías pedagógicas que asumen a la educación como un
proceso que propicia una transformación radical tanto para el educando como
para el docente, y por consiguiente al sistema educativo mismo. Un ejemplo
claro es aquel expuesto por el pedagogo Paulo Freire al proponer una educación
práctica-crítica, que intenta romper con aquella educación que se esfuerza en
la transferencia de conocimientos, y se anima por una educación que critica de
manera permanente y se enfoca en problemáticas sociales que afectan o incluso
dañan al ser humano.
Freire invita a
formar educandos con mayor responsabilidad social y con una visión integral del
mundo, a partir de diferentes elementos tales como: la investigación, el
respeto, la curiosidad, la ética y la reflexión crítica de la discriminación, entre
otros elementos. Una educación cuya finalidad está en ofrecer una educación
crítica y práctica, que se aleja por completo de la teoría y rechaza
radicalmente el aspecto “bancario” de la enseñanza. Solamente de esta forma es
posible realizar una verdadera asunción de la educación hacia las cuestiones
esenciales que rodean a la cambiante sociedad.
Esta manera de
mirar la educación destaca la crítica como el aspecto fundamental, puesto que
se presenta como un recurso que cuestiona de manera radical todo lo establecido
en la sociedad, y puede ofrecer otro tipo de respuestas acerca de diversas problemáticas
que se presentan en la misma. Por ello, brindar a los estudiantes una educación
desde la reflexión y la crítica resulta una salida adecuada para empezar a
cumplir el anhelo de trascender el hecho educativo de lo teórico-abstracto
hacia una educación práctica-crítica preocupada por la sociedad misma. Para
finalizar, la educación necesariamente debe tener una relación con todo lo que
ocurre afuera de las aulas, y no “ensimismarse” ni construirse hacia dentro,
las diversas metodologías y enfoques pedagógicos que enfatizan a la generación
de un aprendizaje más significativo, activo y enfocado hacia la sociedad están
ya dados. Es tarea urgente de los docentes dejar de lado la educación teórica y
abstracta, y brindar una formación educativa que se relacione con la sociedad y
con todas sus problemáticas, en otras palabras, formar verdaderos seres humanos
con responsabilidad de todo lo que ocurre en el mundo.
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