La nostalgia como celadora en la cárcel del pasado
La última década se ha transformado en una cárcel del tiempo y su celadora es la nostalgia. Cuando el El Tri escribió su canción "La nostalgia del fin de siglo" visualizó de alguna manera que estaríamos en un repetir incesante de recuerdos musicales, cinematográficos, modas y hasta ideologías de izquierda o derecha. No obstante, la Filosofía ya ha notado que esto no es un producto espontáneo o un rasgo superficial de las últimas décadas, sino un síntoma de una enfermedad que padece esta sociedad: la imposibilidad de construir nuevas utopías y, en cambio, la facilidad de construir escenarios de futuros distópicos casi siempre apocalípticos.
En este presente de frustración e impotencia, el uso de la nostalgia como una especie de celadora en una cárcel del pasado se han hecho cada vez más visible. Si bien la nostalgia cumple una función estabilizadora con respecto a nuestros orígenes, se transforma en una muy buena carcelera, lo que cohíbe el desarrollo de la "esperanza" y la "utopía". El juego de vídeo y la serie "The Last of Us" muestra un futuro con edificios y sociedades destruidas por nuestros propios pecados. El recorrido por aquellos parajes establecen aquella conexión con esa nostalgia de un pasado mejor en el que poseíamos ideologías y caminos que no se habían roto, un tiempo en el que los grandes relatos políticos, sociales y religiosos se imponían. No podemos ser esperanza si nos mantenemos recordando el pasado para escarbar si todavía queda algo que rescatar.
No es difícil explicar las razones de triunfos de remakes de películas como Top Gun o por qué músicos como Dua Lipa o Harry Styles deciden retomar ritmos de los setentas u ochentas para sus canciones o el triunfo de filósofos como Byung Chul Han. La industria cultural se aprovecha de la nostalgia para recrear momentos pasados y ganar dinero. No obstante, lo que realmente está detrás de este fenómeno es nuestro futuro como humanidad, es decir la disyuntiva de dejar que el relato científico se apropie de nuestro futuro o comenzar a crear nuevos relatos incluyentes donde rompamos esas cadenas del pasado y engañemos a la celadora que no nos deja crear nuevas utopías.
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